Eloy Garcías

Nombre:Eloy Garcías
Keko: Eloy
Conducta: Arquitecto
Naturaleza: Juez

Atributos:
Físicos: Fuerza:2 Destreza:2 Resistencia:2
Mentales: Astucia:3 Inteligencia:3 Percepción:2
Sociales: Manipulación:4 Carisma:4 Apariencia:2

Habilidades:
Talentos: Alerta:2 Intimidación:3 Liderazgo:4 Subterfugio:4
Técnicas: Etiqueta:3 Supervivencia:1 Interpretación:2
Conocimientos: Academicismo:2 Burorcracia:2 Investigación:2 Ocultismo:4 Política:3 Finanzas:2 Lingüística:1( Inglés-Castellano )

Méritos

Defectos: Manco(+3) Secreto siniestro(+1)

Trasfondos: Rango:5 Generación:5 Recursos:3(3pg) Nervios de acero:3(3pg)

Disciplinas: Obtenebración:4 Dominación:3( 7pg)

Secta/Afiliación: Camarilla.

Puntos de Sangre:15

Generación: 8ª

Edad aparente:32
Edad verdadera: 538

Clan: Lasombra antitribu.

Fuerza de voluntad: 7(6pg)

Historia:

Mi nombre es Manuel Sánchez Pizarro. Nací en Castilla hace más de quinientos años en una familia de clase medio-alta. Desde pequeño fui entrenado en el arte de la guerra, y, como era de esperar a la edad de catorce años fui enviado a hacer el servicio militar. Estuve cuatro años entrenando, y pisando algunos campos de batalla como escudero, es cierto que no era del todo bueno en el manejo de la espada, pero era bastante bueno preparando la batalla. Después fui soldado y combatí en la Reconquista. Me ascendieron a comandante. Tenía un batallón a mis ordenes, todo el batallón está muerto menos yo, por un error que tuve en 1492. Después de una batalla, a la noche, el enemigo se había retirado y nosotros descansabamos. Un batallón nos sorprendió con el soldado al que le tocaba hacer guardia, durmiendo. Los mataron a todos. A mi me cortaron un brazo, mi brazo derecho, pero gracias a otro batallón que se encontraba cerca pude sobrevivir. Por desgracia, ese brazo no se curo y tuve cangrena en él. Cada día me sentía más débil, sin ganas de nada. Me llevaron a la ciudad, me daban por muerto, pero él apareció. Aristofane el Lasombra había oído hablar de mí, o más bien de mis tácticas y no desaprovechó la oportunidad. Me dió a probar su vitae y así me convertí en su fiel siervo, en su ghoul.

A partir de esos años empieza un periodo de adiestramiento en la cultura cainita. Así como de sus disciplinas, defectos, miedos, todo. Cincuenta años serví como ghoul a ese Lasombra, al medio siglo, me abrazó. Entré a formar parte del Sabbat. Sin duda, esa institución me daba asco. Era un caos, eran estúpidos. La camarilla me parecía mucho más encantadora, así que hice un trato con el príncipe de Sevilla, Eloy Garcías. Le ofrecí que le diría dónde harían una reunión. Se lo dije y aparecieron varios escuadrones de brujah que no tardaron en destrozarles a todos. Desde ese día, Eloy, me acogió como si fuera uno de sus chiquillos. Ahí también conocí a Ernest, el Sheriff de Eloy y... mi actual Sheriff.

Serví a Eloy eficientemente, hasta que un día, asaltaron el principado unas cuantas manadas de Sabbat. Demolieron el edificio por completo, yo, quede enterrado en el sótano dónde estaba mi refugio, hasta hace diez años.

Cuando desperté de mi letargo, me enteré que Eloy había muerto, así como todo su séquito, así que trescientos años más tarde de lo sucedido... y pensando en que yo, por supuesto, sería un gran líder, pero por mi condición no me dejarían serlo, así que elegí el camino conveniente, fingir que yo era Eloy. Y me salió bien, aunque con un pequeño incidente, me dijeron que había alguien que quería verme, alguien conocido. Jamás imaginé que el Sheriff, Ernest, estuviera vivo. Podría haberme delatado en ese mismo instante, pero, no lo hizo, yo sé algo de él, que no le gustaría que lo supieran los demás. Chantaje equilibrado. Había una nueva ciudad, un nuevo destino al cual nos mandaron, Noshville, allí tenía que ser el príncipe.

Objetivo logrado.